lunes, 22 de septiembre de 2008

Se aventó de nuevo y se volvió a descalabrar, cicatriz sobre cicatriz es mas difícil de sanar, sin embargo las grapas harán su trabajo, unirán los tejidos hasta que el yeso haya fraguado y después, si les apetece, se las retirarán. Los demás salimos ilesos, excepto algunos rasguños y una súbita e incalculable perdida de melanina que sufrió uno de los miembros, pero todo bien. Si alguna vez me rompo la cabeza les diré que me pongan grapas, onzas o equivalentes, dicen que se siente mejor. Me pregunto cómo es que te atreves.

Una vez fuera recogimos las cenizas, no todos lo hacen, algunos las dejan ahí, a manera de recordatorio, otros las guardan en cajitas de cerillas sin razón alguna. Si tan solo en vez de gritar desde el hister, me dijeras lo que quieres, yo no andaría aquí, estaría allá, comiendo champiñones y derritiéndome entre las rocas; y tu comerías algodón de azúcar en la punta del cerro con tus flores en el cabello y esos ojos color pelusa. Mira lo que provocas.

Todos saben que hay que checar niveles antes de saltar, dejando atrás la experiencia, el ego, y demás objetos punzocortantes que pudieran lesionar a los acarreados que miran desde abajo, pero solo pocos se toman la molestia. Esta vez no haré nada, yo me quedo aqui, viendo el vapor condensarse; y que me perdonen los musulmanes, pero el movimiento de los cuerpos no me abre el apetito. Lola, mi cara está sangrando.

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